entraron para que el personal de seguridad revisara sus entradas antes de
dirigirse por el pasillo a la grada pública, que pronto se llenó a rebosar. La sala había
sido transformada y equipada para asemejarse a una sala de audiencias, con una grada pública
para dos mil asistentes de pago. En el piso del auditorio inferior,
la primera fila de asientos estaba reservada para representantes de grupos religiosos,
en el orden de derecha a izquierda: Católicos —vestidos con
atuendo negro tradicional—; Evangélicos —con trajes formales tradicionales—; Judíos ultraortodoxos —todos de negro, con "kippot"—; y junto a ellos, un
muftí musulmán y dos clérigos con tradicionales "thobes" y "kufis". Colgadas en alto
sobre mástiles detrás del estrado del juez, claramente visibles para todos, había
imágenes holográficas a tamaño real, anverso y reverso, de la Sábana Santa
de Turín, tanto tal como se ve a simple vista como en negativos fotográficos.
Su interés había sido despertado por la publicidad previa a este raro
acontecimiento. La mayoría de los asistentes habían leído u oído hablar de STURP, el
Shroud of Turin Research Project, o estaban presentes por determinadas razones religiosas. La
mayoría del grupo seleccionado de científicos de STURP había sostenido que
la sábana es un auténtico lienzo funerario de un hombre crucificado (en coherencia
con los relatos evangélicos). Investigaciones posteriores a lo largo de los años habían
confirmado esa autenticidad.
Sin embargo, una cuidadosa datación por radiocarbono de muestras del lienzo
sugirió que se trataba de una imitación medieval. Si un origen del siglo XIV
fuera correcto, y si el equipo de STURP tuviera razón al concluir que la sábana
se utilizó para envolver un cuerpo crucificado y torturado, ello apuntaría
a asesinato: se habría matado a una víctima para producir la imagen en la sábana.
El principal sospechoso tendría que ser el caballero que exhibió la sábana:
Geoffroi de Charny. Incluso si él no hizo la sábana (o no mandó
hacerla), sigue en pie la cuestión de cómo llegó a poseer la reliquia. ¿La
adquirió fraudulentamente, sin prueba de una transferencia legal de
propiedad?
Estas acusaciones eran muy graves, y el fracaso a la hora de resolverlas
definitivamente dejó a de Charny con la reputación manchada. Podría
obtenerse más evidencia con relativa facilidad, salvo que probar la sábana
siempre causará daños al delicado material—algo que la Iglesia Católica,
como propietaria, no está dispuesta a contemplar. Los graves retrasos en resolver las
preguntas pendientes han llevado a una pérdida de interés del público en el caso, pues la
comunidad se cansa de oír teorías contradictorias. Con la
causa no resuelta contra el caballero acusado, la justicia, en cualquiera de los casos, no